Blogia
Reina del Mocho

Alucinante

Me cuenta un buen amigo que recibió hace escasos días la llamada de una amable señorita que, en lugar de ofrecerle trabajo, pretendía arrastrarle, en estos tiempos que corren, a la dependencia de una nueva tarjeta de crédito. Mi amigo, cuya situación laboral es, como poco, jodida, se excusó amablemente. Pero la señorita insistió en contar con sus datos para facilitarle un pequeño crédito vía plástico. Él terminó por contarle que, además de estar en el paro, se ha metido en una aventura empresarial ruinosa, que no tiene para pagar la hipoteca y que vive gracias a los escasos ahorros que aún le quedan. Pues, oigan, ni por esas. La señorita ignoró todos sus problemas para insistir en que nada mejor hoy por hoy que contar con una tarjeta de crédito en la cartera.

Pocos días más tarde, yo misma telefoneé a la central de una de mis tarjetas de crédito para buscar una fórmula que me permita pagar lo gastado cuando tenía trabajo sin arruinarme ya del todo. La respuesta, amable, eso por supuesto, fue que no podían hacer nada por mí. Cabreada, le pregunté al joven que me atendía qué sucedería si dejaba de pagar y, como si me contara un secreto, bajó la voz y me dijo: "Yo no te lo recomiendo... te pueden meter en un registro de morosos". "¿Sólo eso? ¿No tenéis más forma de reclamar las deudas?", insistí. "No, lo único que hacemos es dejar pasar tres o cuatro meses y, entonces, meter a quien no paga en estos listados. Claro, si en el futuro quieres pedir un crédito o una hipoteca, tendrás problemas", añadió. Ganas me quedaron de decirle que, en la medida en que pueda evitarlo, no volveré a solicitar un crédito en mi vida. Y de las hipotecas, mejor no hablamos.

Alucinantes ambos casos... 

3 comentarios

Mariano -

Vuelvo de tomarme un gin (ya sé. Son las siete de la tarde, pero es que sufro mucho) y antes de ponerme de nuevo con el proyecto del máster, me he dicho: "Voy a proponerle a Gise un nuevo tema de reflexión".
Verás, observaba a dos niños jugando en el parque (señal de que la conversación de mi acompañante no me estaba interesando demasiado) y me puse a pensar qué fácil serían las relaciones si mantuvieron esa familidad de los niños para hacer nuevos amigos. Te pongo unos ejemplos. Estás en la barra del bar y te diriges al maromo que te gusta: "¿Cuáles son tus dibujos favoritos?" (claro que corres el riesgo de que el maromo en cuestión te dé puerta porque piense que te falta un hervor). Ya no entramos a pensar en las consecuencias de entrarle diciendo la frase más típica de los niños: "¿Me prestas tu juguete?".
Un beso, Gise

dezaragoza -

Pues sí, la que vendía la tarjeta estaba jodida como el que recibía la llamada. O vendía tarjeta o se comía los mocos, como la mayoría.
En cuanto a los que te van a sangrar con la tarjeta de crédito... la usura es legal si se practica en grupo ¿no lo sabías?. Pues ahí tienes la prueba.
Ánimo y a seguir p'alante que tú lo puedes todo.

Juan Manuel Grijalvo -

Ya te diré de palabra lo que se me ocurre sobre estos dos asuntos...